16.7.11

Quae visa placet

 El placer de la vista.
Sigo manteniendo que lo que vale en esta vida es solo el pensamiento y el conocimiento, cada día caigo en la cuenta de lo ambiguo que puede resultar estar atrapado en una burbuja de prejuicios y que conllevan a malestares innecesarios, aún cuando transitamos la etapa de la adolescencia -período de amoldamiento emocional, físico y espiritual- pero uno llega a los límites y toma la decisión de cruzarlos o no, al momento de decidir siempre hay que ser inteligente por ende llevar a cabo su conocimiento -extraído de experiencias o no-.
Ojos claros, ser rubio y otros atributos corporales no son solo más que palabras que la sociedad o un grupo de personas utiliza como parámetros para decaer en el término belleza, es una lástima que ésta palabra al igual que otras se hayan ido desgastando con el paso del tiempo.
Claro ejemplo de belleza fue la actriz: Audrey Hepburn. Belleza simple y natural, que así debería ser con todos y todas, la aceptación como primer paso. No soy tolerante a la hora de los prejuicios y menos cuando tengo antecedentes, error o no lo sigo manteniendo que el valor que comparte uno con las personas no se define sino por lo externo. ¡Un grave defecto! Lo que no se ve, es lo que más importa. Y no solo hoy, sino mañana y también lo fue en algún pasado, tal como lo expresan los antiguos mitos y leyendas. La belleza nunca lo fue todo y no lo será, pero para los confundidos refleja un importante remedio, pero el remedio no es la solución sino la cantidad de dósis.
Lo único y último que puedo remarcar es que la ubicación de la belleza uno no la encuentra sino cuando se halla en harmonía y sintonía con uno mismo y con todos. El buen humor y la alegría son síntomas de un rostro bello y sonriente. Es cuestión de uno y a partir de ahí, nada sale.

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