22.11.11

Dejarte Amar.


Solíamos ser más que amigos, mentes libres.
No éramos más que meramente conocidos, pero por dentro se sabía, al menos yo lo sabía. ¿Cómo? Es ese leve presentimiento de todo lo que viene y la forma en la que la veía era hermosa. Era todo hermoso, y lo es, es decir, lo sigo viendo igual, pero ella cambió. De ser rosa pasó a un violeta. Era un sol que dejó de brillar.
Y ahora todo es diferente. Es un no y un sí al mismo tiempo. Cada vez que la recuerdo no es un lindo recuerdo y un sabor dulce, ahora es gris y amargo.


Porque yo lo valgo.
Porque sí. Todo resultó tan patéticamente apacible que ni cuenta me dí. Todo rápido. Y lo primero que se me cruzó en la cabeza fue un cambio. Con un cigarro en mano y en la otra una cerveza hoy acepto lo idiota que soy y que fui, y que seré. Sin razón ni causa alguna, pero prefiero escapar por la tangente y aceptarlo. ¿Algo que queda? Ni rencór ni nada. Sé que lo valgo y así como me ves, así soy. Ni siquiera la mínima de las penas pudo alcanzar mis talones. A través del espejo los tintes se bañan de negro pero la sonrisa nunca ha empacado y mis ojos solo rompen con el bosquejo de un claro bosque, a lo lejos un lago.
Vamos, soy yo. Pensé a la hora de verme reflejado. ¿Se suponía que debía nadar? La luna me negó todo y el cielo de cómplice. Cada hermosa estrella me gritaba que debía de brillar y nunca dejar de hacerlo. Claro, es que soy yo. Una estrella. Una brillante sensación de explosión. Una nova de poder y juicio. Lógicamente como lo pensé e ilógicamente como lo supuse.
No del todo la locura es enfermedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario