3.12.12

Taylor Evenlight


TAYLOR ADÁN EVENLIGHT SEAWAVE
NOMBRE COMPLETO: TAYLOR ADÁN EVENLIGHT SEAWAVE
APODO: TAY
GENERO: NEPHILIM
RANGO: TELLURI
EDAD: 18 AÑOS
CUMPLEAÑOS: 20 DE JUNIO

»CABELLO: Su cabello es rubio dorado, corto a la altura de la nuca y lacio. Tiene un corte australiano, crecido por detrás y en las puntas del flequillo un desmechado. Taylor nunca fue de los que se preocupó por su pelo, por el contrario, olvidaba peinarlo hasta el grado de hacerlo costumbre. Está dotado de una imagen despreocupada y fresca, porque en realidad así es él. Sus mechones jamás estuvieron rizados, sin embargo le docificaría de un porte más bien angelical, como deseaba su madre pero Taylor se opuso rotundamente, se negaba a tener tirabuzones dorados. Trata de llevarlo corto la mayor parte de su tiempo, sobre todo en verano y época de entrenamiento, porque resulta más práctico. A menudo, se lo puede contemplar con una vincha o algún gorro decorando su cabeza.
Los Evenlight, por cuestiones naturales, lograron mantener a raya su descendencia, naciendo por increíble que parezca, bebés con patrones similares. Entre ellos, Taylor. Su tono es un rubio voluminoso, resplandeciente, cautivante y suave. Es un color que atrapa y calma. Es el mismo color que su padre y que todos los antiguos herederos de su Casa. No está acostumbrado a que le digan lo interesante que resulta ser su parecido con sus antecesores, pero cuando lo hacen, inmediatamente su rostro se tensa, simplemente por el hecho que detesta tanta presión a cuestas y a simple vista, su cabello es un recuerdo constante de su laboriosa misión de contribuir con honor a su familia.
Por otro lado, simboliza la victoria y lo habilidoso que Taylor es. No porque sea rubio, sino porque el hecho de ser descendiente de una casta tan honrada como los Evenlight, también significa eso y viene como otra arma de un arsenal. En Australia, dentro de las familias que habitan, los Evenlight resultan destacar por su rubio, por sus ojos azules y languidez, así que portar esos rasgos es un orgullo latente y presente que no se escapa de Taylor.
»OJOS: Son azules, intensos, pequeños y redondos. Es común en los Evenlight ese azul oceánico, profundo, irresistible e intimidante. Porque no se trata de un color, sino de la sensación que un Evenlight puede transmitir por su mirada, filosa y desdeñosa de por sí. Taylor heredó, por fortuna, también ese toque perseverante en sus ojos. Según muchos, son los de su madre, pero su padre alega que los de su familia son los dignos estandártes de los ojos de cristal, como suelen apodarse en el clan Evenlight.
Risueños, inocentes, desentendidos, ausentes. La mirada de Taylor está cubierta por muchas interpretaciones y ninguna de ellas está vinculada hacia lo hostil o indiferente, por el contrario, el muchacho desconoce sobre la capacidad para transmitir expresiones faciales, así que juega como un arma de doble filo: por lo predecible y austero que pueda resultar.
No es una mirada que destaque por algo, pero quien encuentra lo cálido detrás de esos ojos acuáticos, acaba hechizado. Taylor besa con la mirada, acaricia, pues su par de pequeños ojos no logran surtir otro efecto en las personas más allá de ternura y aceptación. A pesar de eso, no quita que esconda una faceta implacable y desdichada, en ese caso, su mirada pasa a tensarse y a saborear unos tintes agudos y bélicos.
»PIEL: La piel de Taylor esconde aventuras, recuerdos y, como nunca podría faltar, accidentes. Es suave y está cubierta por una fina capa de color marrón, pero al punto de casi no notarlo, pues ésa capa fue producto del sol australiano. En Australia, al menos las familias que tienen el lujo, toman muy en cuenta las sesiones de cutis y otras trivialidades que Taylor desconoce. Los Seawave y Evenlight, por orden de fuerza, invirterion dinero en terapias sobre tratamientos de piel a los que su hijo detestaba asistir. Las marcas de las antiguas runas estaban cubiertas por polvo o cremas cicatricantes, mientras que las recientes eran tatuajes con menos intensidad y relieve. Aquello le resultaba por demás insensato a su muchachito nephilim, dado que se trataba de esconder una condición que lo acechaba.
En poco tiempo, su piel recuperó la temperatura nívea que lo recorría. Las runas decoraban su anatomía pero con menor riesgo de pasar percibidas. Hablar sobre la tez de Taylor simboliza sumergirse debajo de la superifice bronceada que lo cubre. Su primer runa fue una de velocidad, dibujada con talento sobre su tobillo. Añora con cariño aquel recuerdo, después de todo su artista era nada más ni nada menos que su futura esposa. Luego, la cicatriz del brazo. Tampoco se alejara de ese verano en el que casi pierde una parte de cuerpo por los estúpidos tiburones de la Costa Norte. Esa marca le trae a la mente lo humano que es y que fue, los peligros básicos y la fuerza de la naturaleza. Y para finalizar, sus dos tatuajes: un faro de luz posado sobre una roca, en miniatura ubicado en mitad de espalda y un delfín en su antebrazo derecho. Las dos imágenes retumban valores vinculados a su Casa. El faro se trata de simbolizar la luz, el enfoque, la sabiduría, el camino, adoptar el cambio, que en teoría son palabras fundamentales en el código de los Evenlight. Mientras que el delfín es el animal propiamente dicho de los Seawave, una criatura social, carismática, de belleza nata, inocente, indomable, libre y alegre. Sintoniza para el lado de la creatividad, imaginación y libertinaje.
»CUERPO: Nunca presentó el físico atlético de un guerrero, ni tampoco la languidez de una rata de escuela, o la agilidad de un artista chino. La anatomía de Taylor siempre fue complicada y dejó de serlo a manos de su madre, quien molesta, le pedía que tomase en serio los temas de la boda que le aguardaban en unos meses. Desde aquel día, las dietas, la moda, las críticas, las enseñanzas y tonterías, estaban al orden del día. Su cuerpo posee el molde delgado pero resistente que desarrolló en el duro progreso. Es alto y de miembros ejercitados, sanos, lo que indica un buen crecimiento en la infancia.
De pequeño, Taylor tuvo que empeñarse en los arduos entrenamientos a los que su padre lo sometía. Con el tiempo, pasó a entretenerlo y dados unos años, a gustarle. Los deportes se le daban muy bien y continuó con una racha fortuita. Podríamos decir que gracias a ello, la adolescente estructura de su hijo, fue tomando forma.
En definitiva, su porte quizá deje que desear algún que otro músculo, pero por otro lado, su anatomía es interesante, atractiva y elegante. Taylor nunca dejó de ser un muchacho galán, pícaro y seductor, de hecho, su figura nephilim arrogante suele salir a escena cuando se trata de temas corporales. Sin embargo, él nunca alardea, o al menos no con esta intención. En su opinión, el molde se lo gana uno y de ahí, saca provecho, pero su camino fue duro y de eso no tiene duda. Horas, tiempo dedicado. Era un Taylor que se desvanecía a cada golpe, que sostenía la espada dubitativo, que se desmayaba cuando el entrenamiento se cambiaba a campo abierto, debajo a pleno sol, era ese Taylor del que esperaban más de lo que quizá pensaba rendir. Y al fin y al cabo, la semilla dio sus frutos. Por eso nadie tendría la excusa o desdén de catalogarlo como narcisista, después de todo su físico es su imagen y mal que mal, la construyó a cuestas de su esfuerzo.
»CARA: No tiene demasiado qué decir, jamás. ¿Acaso su rostro, por otro lado, no dice mucho? Habla de frescura, de despreocupación, de timidez y de tranquilidad. De cachetes pequeños y holluelos al costado de su sonrisa, parecería que Taylor es un adolescente cool, australiano por naturaleza y surfista. Sus pómulos están escondidos y ni siquiera con una leve pronunciación, serían visibiles. Posee una forma ovalada y está construida bajo facciones paternales. Sí, en esto están todos de acuerdo, con que los rasgos son similares a los de su padre. Una expresión curtida, consisa o práctica, siempre le cruza el rostro. Es un augurio de orgullo, quizá un asomo de nítida piedad. Su cara aguarda entre las sombras, un asombroso potencial Evenlight. Es un misterio a descifrar, es un conjunto de valores enjaulados, permitidos a existir pero a no ser vulnerables.
Por arriba de sus ojos, están unas gruesas cejas rubias y por debajo de su nariz ancha y acabada en forma ancha, unos labios finos y seductores esperan su próxima víctima.
»FORMA DE VESTIR: Su estilo son las gafas, los colgantes hechos de madera o dientes, las camisas abiertas, las chancletas y los sombreros. En otras palabras, el verano. Y es que él nació y se crió en Australia, donde las costas, el surf y las criaturas marinas están a su alrededor. Desde pequeño tuvo su propia tabla a la que desgastó con el paso del tiempo y las olas. Su ambiente es la playa y las mallas o musculosas están en su inventario casi siempre.
Taylor puede ser definido como un día de sol. Es fresco, ingenioso y original con sus prendas, pero siempre opta por lo cómodo y llamativo. Una combinación que precisamente cabe con su perfil. Su color preferido es el naranja, pero en su vestimenta es de llevar el amarillo y el rojo. Le disgusta por completo el negro y las tendencias góticas.
Su padre, un nephilim antiguo y radical, se llevó la desgracia de tener un hijo completamente diferente en ese aspecto dado que tiende a ser rudimentario hasta el grado de ordenarle vestir algún harapo de la Edad Media, pero Taylor siempre se mantuvo mundano por ese lado. La unión de lo libre, de lo sencillo y simple es el mero estilo de éste muchachito australiano. Su estilo está dotado de aires despreocupados y pacíficos.
Es un muchacho que le sientan las tobilleras o la industria artesana, pues en su país está bien visto los colgantes y la parte originaria de dónde provienen. Eso sí, objeto que lleva una historia interesante, Taylor lo lleva. Es bastante pretencioso y supersticioso en esos campos.
»RASGOS DISTINTIVOS: El tatuaje del faro sobre su espalda. Tal vez no sea natural y tal vez, inclusive, ni se note a simple vista, pero en el fondo, solo Taylor sabe cuánto vale aquella imagen que deberá traer sobre su cuerpo durante toda una vida. Es una cruz. Pero todo lo que simboliza lo lleva dentro de sus venas, es su familia, su sangre y el honor que se plasma sobre ella. El hecho es que forma parte de él y viceversa, es su cultura y su Casa.
Recordando lo mundano que es y el temor que lleva serlo, también tiene una tobillera sobre su pie izquierdo. Está hecha a base de dientes de tiburón, cazados sobre las costas de Sydney y Melbourne. Según chamanes, quién Taylor no confía en absoluto, le hablaron sobre una profecía en la que estaba involucrado, pero prefirió no darle atención. Su pasión, el surf, estuvo toda su vida rodeada de peligros, tan convincentes como los tiburones, o la muerte misma de compañeros en la zona. Nunca olvidará el terror a esas criaturas y al no poder hacer con seguridad, lo que uno ama. Eso le quitaron y eso lo llevará atado a su alma.
Acompañado al punto anterior, también se sitúa la delgada y larga línea que recorre su antebrazo, producto de un ataque tiburón. A primera vista, resulta cautivante y morboso, quizá es más suave luego, cuando las tonalidades de la cicatriz suavizan.
»OTROS DATOS: Como buen mesías que es, cabe resaltar su diferencia con sus primas, cuyas cabelleras oscuras y otras castañas, disuelven y difuminan los rastros solares y relucientes de los Evenlight. Taylor nació rubio y por ello siempre fue juzgando por su familia materna, quien no hacía más que decir que se trataba de un bastardo mientras que para su padre, siempre se había tratado de una señal de orgullo, de felicidad, de júbilo. Una nueva era. Taylor desconocía si alguna de las hipótesis era correcta.
Se sentía solo, dentro del grupo familiar, puesto que sus primas, para comenzar, eran todas mujeres y se preguntaba si él era el nuevo progenitor, el que llevaría el apellido a la fuerza. Lo detestaba, aunque así fuese duro de aceptar, era su destino.
La vaga imagen de que alguna vez fue Seawave, se esfumó con el tiempo hasta no quedar muchos rasgos más que sus ojos, aunque entra a discusión por ambos lados. Taylor fue desdichado por su madre, que no lo adoraba tanto como pretendía, ya que resultaba una decepción para su camada familiar mientras que su padre afirmaba que se trataba de su mesías. Entre medio, se encerró sobre sí mismo, hasta el punto de no llevarle palabra a ninguna de sus primas. Las paternas tampoco se acercaban por miedo a que la profecía las involucrara.
En conclusión, Taylor no representa dos apellidos, sino más bien el Evenlight, bajo todo su esplendor rubio, angelical y azul, esto llevo a ubicarlo en la lista de los más osados en Australia como al más detestado por su propia madre.




»GUSTOS: De entrada, no es un muchacho que se complique demasiado. Nació con las aficiones básicas australianas: sí, el surf, la tabla, las olas, el mar, la playa, la arena, el sol y el océano. Éste último sobre todo, porque echar un vistazo a una costa y chocar contra la inmensidad del azul intenso del mar, para Taylor lo es todo, no por el paisaje que uno pueda apreciar, sino por lo filosófico y profundo que se torna la escena en sí. Lo desconocido y lo que aguarda.
Luego, cuando uno va escarbando por el alma del muchacho, instantáneamente descubre su inclinación hacia el cielo, el celeste y amplio cielo, al que uno puede acudir con una mirada y perderse, pensar, descansar, desesperazarse, uno es libre cuando asiente al cielo. Los pájaros y los defines. Serán animales, serán criaturas sin lógica pero Taylor encuentra en ellos paz, aún así, saben que son más que eso, al menos el delfín, que tiene un significado pesado sobre su familia, siendo así el escudo de su Casa.
Los barcos. La industria pesquera y marítima, hasta el punto de casi acabar arriba de un bote pescando anguilas en Filipinas, o así había amenazado su padre si no cortaba de raíz aquella afición. En general, su interés se enfoca en el mar, el abatirlo, el viajarlo, el cubrirlo bajo toda curiosidad y afrontarlo. La luna, las redes y harpones. La primera, principalmente, porque acude a todos los servicios de marinería, también es un símbolo mitológico relacionado con el mar, además que astrológicamente, es un cuerpo que tiende a sostener mucha importancia sobre los demás planetas y sistema. Segundo, las redes, porque Taylor coincide con su padre sobre su efectividad a la hora de cazar, en especial, licántropos. Las de metal o alineaciones fuertes son las de preferencia Evenlight. A la hora de la pesca, también suelen ser muy útiles. Finalmente, quedan los harpones y ésta arma tomó posición en su vida en cuanto comenzó a investigar sobre los pescaderos australianos y japoneses. Taylor aprendió a manejar el arma con entusiasmo de su padre, quien creía que se trataba de una habilidad nata en él, sin embargo cuando se enteró de la realidad, la desechó por completo, desconociendo que su hijo ya había aprendido y era demasiado tarde para borrar las huellas de su talento.
Las mujeres, las bodas y los reinos. En estos campos, el Taylor que es tranquilo y despreocupado, pasa a ser codicioso y detallista. No es la misma cara de una moneda, pero las mujeres enloquecen al muchacho, y en verdad que siempre termina enrededado en una de sus historias románticas con muchachitas tontas, pero lo que él busca constantemente es un amor real, al que pueda ofrecerle hijos, honor, una gran familia, respetada y reconocida en Idris. Aunque desiste cada tanto que choca con una desesperada, se repite que lo bueno se hace esperar. ¿Hasta cuánto? Detesta la impuntualidad, el desorden temporal. En definitiva, Taylor es el nephilim que cualquier adolescente dispuesta a casarse, lo atraparía.
Uno de sus gustos, es su seguridad. Una seguridad precedida por su fisionomía como por su Casa. La verdad que no siente necesariamente requerir la presencia de los de su familia para sentirse satisfactorio o dichoso, pero es más bien la reputación que lo precede, lo que lo hace victorioso, lo que permite levantar y sostener miradas, lo que lo desnuda de verguenza, sí, todo ello es gracias a su familia, y mínimo debe ser un trato de recíproco, por lo que siempre trata de ganar honor en cada una de sus acciones.
La caza lo toma más como una obligación que como gusto, después de todo, la sangre de demonio y el situar trampas para vampiros es un riesgo y es demasiado alto como para que Taylor lo dejara pasar. Por otro lado, lo mundano le es una tentación en vida. Es un simple fanático de las malteadas, las tortas, madgalenas y ensaladas. Las dietas, o lo sano. Lo liviano, definitivamente, ya que tiene que estar vigente la posibilidad de ir a una misión en el momento menos esperado.
»DISGUSTOS: ¡Sus primas! ¡Su familia materna! De ser por él, los hubiese aniquilado una por una. Lo exasperan, y no en un sentido bueno, sino que detesta el hecho de que la pasen hablando de profecías, temores y situaciones futuras que nunca terminan por concretarse. Para él, tienen cierto complejo de mesías que a sí mismo le correspondería. Uno de sus tantos disgustos es ser la primer línea de cañón, aquel que debería saltar por cualquier falta de disciplina hacia su apellido, ese que defiende los muros del honor y emprende viajes para saborear solo el gusto a la victoria. Taylor no es así, difiere mucho de esa imagen y es la desesperación de su padre.
Idris. La Ciudad de Cristal. No es que jamás pisaría el asfalto de la zona, pero se trata de un tema más abierto: lo inesperado. Enseñan a los cazadores a estar atento a todo, sin embargo el mayor honor es vivir en su ciudad natal y para Taylor su hogar siempre residió en Australia al lado de sus odiosas primas y sus padres. En cierto sentido, Idris carece de todo lo que Sydney ofrece, así que si alguna vez pretende enfrentarse ante La Ciudad de Cristal, no lo haría por muchos días.
Lo antiguo, lo rústico, aquello que no pertenece a esta Era pero se lo continúa sobrevalorando. En síntesis, todo lo que La Clave promueve. Para Taylor, los cambios deberían ser radicales y revolucionarios, que sean en beneficio a la sociedad nephilim, a prosperar, el progreso. Otra de las tantas sorpresas que se llevó su padre, un fiel a la Organización Nephilim. En este caso, su hijo siempre se mostró indiferente ante las leyes, los Acuerdos y demás tomas de decisión que adoptó La Clave. Taylor asimiló su parte mundana y supo cómo desenvolverse en situaciones cotidianas al grado de desconocer mucho de su cultura original, mitad ángel, mitad humano.
Pero dentro del mundo de las sombras, si existe algo que le repugna, eso son los vampiros. ¿Y por qué más que cualquier otra criatura? Por dos razones: la primera, en Australia hay muchos condes y siervos, así que el trabajo lo mantiene ocupado, descartando la sangre ácida que expulsan y los feroces cortes que aplican, y el segundo argumento está vinculado a rumores sobre Alianzas alrededor de la familia Seawave y las criaturas. ¿Si eran verdad? No, claro que no, porque de lo contrario todas sus cabezas estarían colgadas en afiladas lanzas de nephilims de La Clave.
Dentro de su lista de placeres menos gratos, también se encuentra el adoptar gatos, animal al que detesta por decreto, los días de lluvias, porque lo vuelven tontamente melancólico y parece todo un tarado de película romántica, también las prisiones, los cuervos y las Torres de Cristal de Idris, le recuerdan los límites que mantiene su sociedad, lo poco valorada que puede ser su civilización.
El arco y flecha. Que por más intenso fue el entrenamiento de pequeño, más disgusto le tomó al arma. Sin contar que tenía por demás bajo el punto de precisión que debía obtener.
Las responsabilidades. No todas, sino las obligatorias, las que no puedes evadir y te comprometen a algo importante. Contra todo pronóstico, muchos, a simple análisis, catalogan a Taylor como vago, pero no es así, por el contrario, es aplicado pero no quiere decir que ésto no le moleste.
Las mujeres con rodeos, eso tampoco lo tolera. A las personas así, solo las trata de evitar, pues su personalidad, tan sencilla y completa, no está preparada para relacionarse con problemáticos.
»HOBBIES: Surf. Surf. Y ... por si queda duda alguna, surf. Surfear y entrenar para ello encabeza su lista de actividades, seguida del entrenamiento nephilim básico que consiste en conseguir misiones y luego, para lo que le plazca, desde pasear con su grupo de compañeros hasta cenar con su familia. Sí, desde luego disfruta de los pequeños lujos con su grupo sanguíneo. Por si cabe alguna otra duda, también dedica empeño en los materiales que usa: la limpieza de cuchillos, el filo de su tabla, los mantenimientos que ésta consiste y demás trabajo en utilería. Es un muchacho seguro, pero jamás lo es suficiente en lo que se dedica: la caza y el surf.
Desde algún remoto tiempo, la boda actuó como escoba y barrió con varias actividades favoritas de Taylor. Las salidas a parques cesaron, al igual que el estudio de pájaros y tardes acabadas en algún puente. Taylor, que amaba contemplar el cielo, dejó de hacerlo para posar sus pies en la tierra, donde otras responsabilidades le acaparaban la atención. De pronto, sus hobbies parecían ser solo “actuar de novio”, que en lo estúpido que suena, esconde mucho de lo que cuesta. Sin aviso precedente, Taylor dejó de leer sobre barcos para informarse sobre licántropos, de enfermedades demoníacas y pociones curativas.
En un período tan pequeño como una estela, el muchacho se formó para ser un guerrero atento, altanero y seguro. Las artes mágicas, la ciencia de criaturas míticas, alineaciones para cuchillos y otras armas eran temas que hablaba con desenvoltura frente a otros nephilims. Incluso en ese punto, Taylor también podía charlar plácidamente de bandas mundanas, mitos australianos y marcas de Surf.
»TEMORES: ¿A cuántas cosas un cazador puede tener temor? A la muerte, desde luego, y por consiguiente, a las de sus seres queridos. También a los demonios, a los vampiros, a las hadas, a los licántropos y algún que otro estúpido humano. En resumen, los cazadores son una raza moldeada por miedo y estresada por la presión de las responsabilidades heroícas que deben efectuar para beneficiar a los de especie inferior. Todo aquello responde a los temores de Taylor, al perderlo todo por una simple regla de los de su estirpe, a alejarse de aquel a quien añora.
Otra de sus fobias es a perder alguna parte de su cuerpo, de pasar a ser cazador a una víctima, de ubicarse en una posición baja más que otro, en desorientarse, en perder las confianzas y dejarse vencer por el momento. Taylor teme a su desmoronamiento a falta de seguridad o fuerzas, que en sí, es un miedo en potencia de cualquier familia: el peso de su apellido. A pesar del temor que refleja, es del tamaño mayor su valentía para emprender el largo camino.
Y definitivamente su estigma sería perder a la mujer a la que ama, a su media naranja, al espíritu que lo completa, a su fusión, al conjunto de hielo y fuego. Sí, todo lo que él engloba en su pareja. En este aspecto, más referido a su cónyuge que a su parabatai.
»PUNTOS FUERTES: Seguramente se trate de su manejo pasivo para las situaciones menos oportunas. O peligrosas, que en definitiva es lo mismo. Taylor nunca supo cómo llevar su carácter adecuadamente, sin embargo sabe cómo controlarlo y, afortunadamente, nunca tuvo que lidiar con circunstancias que provocaran en él un levanto de voz. Su unánime tono es monotemático y firme, su mirada un témpano de seguridad y un oasis apaciguado, sus movimientos son gráciles y elegantes, todo en él indica pensamiento, reflexión, táctica, estrategia y son palabras que las lleva presente muy a menudo. Su punto fuerte radica en la tranquilidad en la que maneja los asuntos o noticias más extrañas, sorpresivas o interesantes.
»PUNTOS DEBILES:
»OTROS:
»EN GENERAL:

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